La visita de Edith Fischer, una de las grandes pianistas y pedagogas de nuestro tiempo, representa mucho más que un acontecimiento musical: es la presencia viva de una tradición pianística que se remonta a Claudio Arrau, su maestro y mentor, y que encarna una manera de entender la música como experiencia ética, espiritual y profundamente humana.
El homenaje a Edith Fischer en el Salón Dorado del Teatro Colón, inauguró “El legado”, un ciclo con el que se continuará homenajeado a otras figuras importantes del mundo de la música. Hay que destacar los aciertos de una programación más sistemática en el Salón Dorado, que está renovando y dando vitalidad a ese espacio. Los próximos homenajes continuarían con Bruno Gelber, Irma Costanzo, Rafael Gintoli y Mariuo Perusso.
Ágil y espléndida a sus 90 años, Edith Fischer mantiene un vínculo de larga data con el Teatro Colón. Tocó allí siendo muy joven junto al director chileno Víctor Tevah, muy apreciado por el público porteño, y más tarde regresó bajo los auspicios del Mozarteum Argentino. También se presentó en música de cámara junto a Alberto Lysy, con quien compartió una estrecha afinidad artística.
¿Qué significa hablar del legado musical, en este caso, de una pianista? ¿Qué es lo que realmente transmite un intérprete más allá de la técnica y el virtuosismo? ¿Cómo se mide su legado? ¿En las obras que interpreta, en los alumnos que forma o en la manera en que enseña a escuchar?
En el caso de Edith Fischer, el legado no es sólo musical, sino humano: una manera de entender el piano como instrumento de verdad interior, una tradición sonora y espiritual que sigue inspirando a nuevas generaciones de músicos.
Formada desde niña por Arrau, Fischer heredó de él no sólo una técnica depurada y un sonido de una belleza inconfundible, sino también una filosofía del arte que considera que cada nota debe tener sentido, peso y verdad interior.
En sus clases, tanto como en sus interpretaciones, insiste en que el pianista no busca “hacer música”, sino “descubrirla”: la obra ya existe, y el intérprete tiene la responsabilidad de revelarla con humildad y rigor.
El doble legado

Su legado pianístico es, por tanto, doble: artístico y pedagógico. Como intérprete, Fischer ha ofrecido versiones memorables de Beethoven, Schumann y Brahms, caracterizadas por una claridad estructural que nunca sacrifica la emoción. Como pedagoga, ha formado a generaciones de pianistas en Europa y América Latina, transmitiendo una concepción del sonido como materia viva, respirante, que surge del silencio y vuelve a él.
“Nos conocemos con Edith desde hace 37 años”, dijo el pianista José Luis Juri, en la introducción de la charla previa al concierto, donde interpretó junto a su maestra, la Fantasía en fa menor para piano a cuatro manos, de Franz Schubert. “Imagínense -continuó Juri– me preguntaban qué significa para mí actuar con Edith Fischer y, bueno, respondí en una forma superficial: un regalo”
El formato del homenaje no podría ser mejor: diálogo entre maestra y alumno, una puesta en escena y en palabras de lo que es y cómo se proyecta un legado artístico. Y, por supuesto, la música también estuvo presente.
“Lo que quiero destacar es la construcción de una relación de 37 años, en la cual me pude formar como artista y pude recibir todas sus facetas: es un artista poliédrica, es un artista que no descansaba un solo día en su vida y ha dedicado realmente su vida a la música en todas sus dimensiones. Gestora cultural también, porque ha creado un festival en Suiza que tiene más de 35 años, y como docente, ha formado a tres generaciones de pianistas en la Argentina. Creo que la Argentina le debe mucho a ella.”, concluyó Juri sobre su maestra.
Por su parte, Fischer agregó que en Suiza, donde residía hasta mudarse a Chile en 2006, creó una escuela de música para niños. “Tomé como modelo la manera de enseñar la música en nuestros países”, dijo la discípula de Arrau, y agregó: “porque encontré que no era ideal como tomaban las cosas para los niños. Porque allá pensaban que la música era algo con lo que no se iba a ganar mucho dinero. Entonces, los niños tenían que ir al colegio normalmente, y cuando terminaban el colegio recién podían a lo mejor decidir hacer música. Y, por supuesto, que en instrumentos como el piano, ya es muy tarde. El resultado fue excelente, cambió la manera de enseñar. Actualmente está lleno de pequeños suizos que ganan el concurso y que tocan”.

En paralelo a todas sus actividades, la pianista también recordó que creó hace 37 años, junto con Pepi-Alós, el Festival Semana Internacional de Piano en Blonay -continúa vigente hasta el día de hoy- con la idea de hacer un festival libre de limitaciones comerciales, con entradas accesible, libertad en la programación, con presencia de la música de cámara, y libre elección de músicos, no necesariamente famosos.
“Paralelamente hay un curso, o sea, masterclasses de todos los pianistas que forman parte del festival que, en general, son cinco o seis. Eso da la oportunidad a la gente joven de tener clases con distintos profesores y ver distintos puntos de vista, y además conocer compañeros que vienen de todas partes del mundo. A veces se forman amistades que duran para toda la vida y que son muy importantes en todas las profesiones, pero especialmente nuestra”, puntualizó Fischer.
La pianista del peluche, también
Ana Paula Rodríguez Núñez, la niña con talento excepcional que tocaba con su peluche sobre el piano, ahora, con sus 13 años se fue becada a Europa, con el infaltable peluche Innominato en la valija, y participó de esos cursos. También tocó en Italia y Francia.
“Fue una gran experiencia para mí porque aprendí muchísimo”, contó Ana Paula después de tocar un movimiento de la Sonata para piano en fa mayor, de Mozart, invitada por la misma Fischer y Juri, su actual maestro, para participar en este homenaje.

“Estuve con varios maestros en el Festival, incluida Edith. Me encantó. También me hice amigos”, cuenta con su característica candidez y entusiasmo, con una sonrisa enorme. Ana conoció a Fischer el año pasado en Bariloche, a través del EPI (encuentros pianísticos, que este año celebra su 15º aniversario), y ahí se gestó la beca y el viaje a Europa. El EPI, creado por Juri, es hijo del Festival de Blonay.
“Siempre digo que el EPI es el pariente pobre de Sudamérica de los grandes cursos de Blonay”, dijo con humor Juri. “Ese modelo lo pudimos traer aquí y hoy tenemos el privilegio de tener a Edith prácticamente todos los años, y por eso hablo de legado. Esa palabra que creo que nos guía hoy”
También participaron en el concierto otros jóvenes pianistas, alumnos de Juri, Franco Pedemonte tocó Berceuse en re bemol mayor, op. 57, de Frédéric Chopin, y en su turno, Ignacio Figueroa tocó dos obra de Debussy, Voiles y Feux d’artifice. Todos demostraron que el legado tendrá buena continuidad en las nuevas generaciones.
Cerrando el diálogo con su alumno, Fischer recordó a su maestro Arrau.
“Tuve la suerte enorme de conocerlo cuando era niña. Él venía mucho a Chile para visitar a su mamá. Y entonces me escuchó tocar cuando tenía 10 años, la primera vez toqué una sonata de Beethoven. ¡Y las cosas que me dijo! (risas), porque yo tenía un concepto bien diferente de niña sobre esa música. Me impresionó muchísimo, además, se transformó en mi ideal desde el punto de vista ético, su actitud frente a la música y frente al piano -y como sonoridad- fue mi ideal desde el comienzo”.
Fischer obtuvo luego una beca para ir a Estados Unidos a los 17 años, aunque tenía todas las puertas abiertas para estudiar con Serkin, eligió a Arrau. “Fue una experiencia extraordinaria. Estaba ahí como alumna muy obediente y muy en la admiración, aprendiendo lo más que podía. Con el tiempo, y con los años, se transformó en una amistad que fue muy enriquecedora, realmente, una maravilla para toda la vida”.

Y una maravilla que quedará grabada en la memoria de todos los presentes en el homenaje de esta tarde fue su versión de L’Isle Joyeuse de Debussy: un destello de luz sonora, pleno de gracia y de sabiduría interpretativa.
Ficha
El legado: Homenaje a Edith Fischer, piano, recuerdos y enseñanzas
Con la participación de los pianistas: Edith Fischer, José Luis Juri, Ana Paula Rodríguez Núñez, Ignacio Figueroa y Franco Pedemonte Entrevista pública a Edith Fischer: José Luis Juri. Fecha: 8 de octubre Lugar: Teatro Colón
Para agendar: Bruno Gelber, domingo 19 a las 17.30; Irma Costanzo, viernes 24 a las 17.30; Rafael Gintoli y Mariuo Perusso, fechas a confirmar.
Fuente Clarin