
Halloween vuelve con las mismas preguntas: ¿qué nos asusta de verdad? ¿Los monstruos o las caras de los monstruos? Ridley Scott dijo alguna vez que lo más aterrador de Alien es que apenas se ven sus ojos.
Las actrices Shelley Duvall en El resplandor, Mia Farrow en El bebé de Rosemary y Toni Collette en Hereditary no huyen del miedo: lo miran de frente. Tres películas, tres mujeres, tres miradas que cambiaron para siempre la forma de filmar el terror.
Shelley Duvall: la Gioconda del horror
En El resplandor, de Stanley Kubrick, nada resulta tan insoportable como el rostro de Shelley Duvall cuando Jack Nicholson -su marido en la ficción- avanza con el hacha. El sonido se apaga y sólo quedan los ojos, dos grietas que contienen un océano.
Shelley Duvall, en «El resplandor».La cámara se acerca tanto que el hotel perdido en la nieve desaparece; el miedo se concentra en una respiración, un hilo de voz, una mandíbula que tiembla. Duvall no interpreta a Wendy Torrance: se convierte en ella, una mujer acorralada.
Kubrick pintó con su cara el cuadro más reconocible del cine de terror: El grito de Munch vuelto carne, la desesperación hecha retrato, la Gioconda del horror. ¿Hay monstruo visible? El espanto está en la fragilidad de una mujer que, temblando, sostiene un bate. Una vida. La suya y la de su hijo..
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La película de Stanley Kubrick.
Mia Farrow: la canción de cuna y los ojos de su padre
El comienzo de El bebé de Rosemary parece un sueño. Un paneo dorado sobre Manhattan, un piano brillante y la voz de Mia Farrow que canta una canción de cuna: «la-la-la-la-la-la…» Desde ese momento, la película queda hechizada.
Lo que empieza como un cuento amable se va agrietando: un collar con olor a podredumbre, un postre con sabor raro, una noche de sexo, psicodelia (solo Polanski, Fellini y Buñuel pueden filmar así los sueños) y pintura corporal donde la realidad se funde con el delirio. El mal respira en los pasillos, se filtra por las paredes, se escucha detrás de las puertas. Polanski deja que todo suceda a centímetros del hogar, como si la pesadilla tuviera dirección exacta.
Al final, el bebé nunca aparece. Solo vemos a Rosemary mirándolo. Pupilas dilatadas, labios temblando, la arcada contenida de quien comprende lo imposible. “¿Qué le hicieron a sus ojos?”, pregunta. Ese grito ahogado es más terrible que cualquier monstruo.
Polanski deja arder el infierno en la mirada de una madre. En esos segundos, los une el espanto más que el amor.
Un horror. Mia Farrow en «El bebé de Rosemary», película que se estrenó en 1968. Toni Collette en Hereditary: la cena está lista
Si la mirada de Mia Farrow llevó al límite la angustia de una madre ante lo imposible, Toni Collette en Hereditary empuja ese miedo un paso más.
En la mesa familiar, una cena se vuelve amenaza. La luz es espesa, los tonos amarronados, como en un cuadro holandés donde lo siniestro se esconde entre sombras. Collette sostiene la escena con los ojos: su voz parece buscar consuelo, pero deja ver lo contrario. Cada silencio pesa. Cada respiración corta.
En esa mesa se reparten culpas como fichas y se apuesta quién carga con más. El terror no llega de afuera: se hereda. En Hereditary, el miedo se transmite entre madre e hijo como una deuda que nadie puede pagar.
De El exorcista a Carrie: las películas que abrieron el camino del terror femenino
Antes o en el medio de ellas hubo otras que dejaron marcas imposibles de borrar. Linda Blair, en El exorcista, giró la cabeza y el género entero con ella: la niña poseída que devolvía el miedo al cuerpo, a la casa, a los padres.
Y Sissy Spacek, en Carrie, cubierta de sangre y rabia adolescente, llevó el horror de la casa a la escuela, al deseo, al momento en que todo se desborda. Terror también íntimo, doméstico, humano. Es que a veces el infierno comienza n la habitación de una adolescente.
Linda Blair, en «El exorcista». Foto: APHerencia del horror y Halloween
Las películas cambian, pero el miedo sigue teniendo la misma cara. En una época donde todo se muestra, el terror se mete en lo cotidiano: una madre, un hijo, una puerta cerrada.
El bebé de Rosemary, El resplandor y Hereditary siguen latiendo porque hablan de eso que no pasa de moda: la culpa, el encierro, la intimidad convertida en amenaza.
«Carrie», Con Sissy Spacek y dirigida por Brian De Palma, se convirtió en un clásico filme de terror.Shelley Duvall, Mia Farrow y Toni Collette cargaron con ese miedo y lo volvieron espejo. Cada una, a su manera, contó lo mismo: que el horror bien entendido. mpeiza en casa. Cada una, a su manera, contó lo mismo. Y es que el horror bien entendido… empieza por casa.
Fuente Clarin












