En la soleada oficina de la dirección del Ballet del Colón, Marianela Núñez y Julio Bocca -que se encuentra desde esta temporada al frente de la compañía oficial- se reúnen para hacer por primera vez una nota juntos. Inesperadamente, la entrevista muy planificada deriva en una charla fluida e informal entre los dos y apenas si se necesitan algunas preguntas periodísticas.
Pero antes de comenzar con la charla propiamente dicha, ¿qué hay en común entre estos dos artistas que gozan de un tan grande reconocimiento internacional? Primero, lo más evidente: los dos son argentinos, los dos se formaron -Marianela durante un período más breve- en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón-, los dos dejaron el país muy prontamente, los dos han recibido extraordinarios premios.
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Ballet argentino: el histórico encuentro entre Nela Núñez y Julio Bocca en el Teatro Colón
Bocca desarrolló su gran medida su carrera en el exterior, aunque también en la Argentina. Marianela viene trabajando principalmente fuera del país y como primera figura del Royal Ballet del Colón, pero también es una invitada regular en el Teatro Colón desde hace varios años.
Marianela comienza preguntando a Julio por su famosa despedida en la Avenida 9 de Julio el 22 de diciembre de 2007. Ciertamente, es una pregunta que puede esperarse de una artista profesional.

-Marianela Núñez: Julio, ¿pudieron hacer un ensayo previo?
-Julio Bocca: La noche anterior hubo una tormenta espantosa, con lluvia, polvo y viento. El tapete que cubría el escenario estaba negro de tierra.
-Núñez: ¿Y cómo hicieron? ¿Lograron ensayar?
-Bocca: Sólo ese día, porque el escenario estaba justo en la plaza del Obelisco, con todo el espacio despejado porque todavía no existía el Metrobus.
-Núñez: ¿Te imaginabas que iban a asistir 300.000 personas?
-Bocca: No tanto. Tal vez unas 80 mil, 100 mil. Nunca 300.000.

Y agrega: «Yo quería despedirme de mi carrera con algo así, masivo. Habíamos hecho antes una función en otro lugar maravilloso: la bajada de la Avenida 9 de julio, en la avenida Libertador, cuando no estaba todavía la autopista. La calle formaba una platea, casi un anfiteatro. Fueron 100 mil personas en un día de 4 grados de temperatura».
-Núñez: Recuerdo también muy bien la función en el Sur, para celebrar la llegada del nuevo milenio.
-Bocca: Ah, la famosa función del fin del mundo en Ushuaia, un 22 de diciembre.
-Núñez: Yo la vi por televisión en Londres, tenía 18 años y estaba ya en el Royal Ballet. ¿Y sabés qué me quedó, Julio? Bailabas con Luciana Paris, que había sido compañera mía en el Instituto del Colón. Los miraba y pensaba, «podría haber sido yo».
La popularidad
Una pregunta ineludible es cómo fue creciendo la popularidad de Julio Bocca, en una época, valga el lugar común, sin redes sociales. Dice Julio: «Iba por todos lados, paseaba, salía, daba entrevistas, me movía. Hacía cosas que quizá no eran comunes en un bailarín, como participar en avisos publicitarios. Sólo recuerdo a Eduardo Caamaño (un recordado integrante del Ballet del Colón) en una publicidad de autos Renault. Era buenísima. Y con Raquel Rossetti hicimos una publicidad de colchones Simmons».
-Núñez: O sea que no fue solo un gran cambio en tu vida artística, sino también en lo personal.

-Bocca: Moscú fue un antes y después. Primero fue irme casi solo, sin familia ni amigos. Y al volver, tenés a tu familia y tus amigos, sí, pero de golpe más amigos y notas y mucho más. Fue lidiar con un montón de cosas para las que los bailarines en general no estamos preparados. Dos años después de la medalla de oro de Moscú, los recolectores de basura, mientras la subían a los camiones de Manliba, cuando me cruzaban, me saludaban.
-Núñez: Julio popularizó la danza de una manera que no volvió a ocurrir. Me acuerdo que cuando empecé a bailar y mi abuelo iba conmigo al almacén, y de repente le decía a la almacenera «sabe que mi nieta baila». Y ella: «Ah, como Julio Boca».
-Julio, recuerdo que no era fácil entrevistarte en los primeros años después de Moscú. Eras muy reservado, de pocas palabras. ¿Cómo fuiste cambiando, o gracias a qué?

-A lo mejor suena estúpido, pero yo no tengo una educación armada. Fui aprendiendo por mis viajes y mis experiencias. Hice hasta séptimo grado de la escuela primaria y después no me preocupé por seguir estudiando porque estaba muy volcado a lo mío. A veces me hacían preguntas en una entrevista y yo me decía «¿qué significa esa palabra?». Entonces prefería estar calladito. Pero tampoco ahora me gusta hablar demasiado.
-Marianela, tu turno: ¿fue siempre difícil para vos tomarte vacaciones, no?
-Sí, en una época pasé seis años sin salir de vacaciones. Ahora siento que hay como un boom conmigo, pero mi carrera fue medio lenta. Llegué a ser primera bailarina muy joven, aunque esta explosión demoró en llegar. Tuve una carrera hermosa, fui primera bailarina desde muy joven. Pero viajes e invitaciones, fueron poco y nada hasta hace diez años.

-Tu Tatiana del ballet “Onegin”, que interpretaste ahora con el Ballet del Colón, ¿es uno de tus personajes favoritos?
-Vi Onegin por primera vez acá en el Teatro Colón en el año 1994, cuando se retiraron Raúl Candal y Silvia Bazilis. ¿Qué estoy viendo? pensé. No lo podía creer. Fue un amor a primera vista con la obra y el personaje.
-La bailaste aquí por primera vez en 2016, ¿y en el Royal Ballet?
-El Royal la tuvo en su repertorio me parece que a partir de 2001. Yo fui Olga (nota: la hermana de Tatiana en la historia) durante mucho tiempo y Tatiana no me llegaba nunca. Pero una vez que me llegó, no me tomé vacaciones de ella. La tengo aferrada. Es un rol que realmente me acompañó mucho y amo a ese personaje.

-¿Podrías explicar por qué?
-Creo que todas las mujeres que estamos viendo esta obra nos ponemos en un momento de pie y la aplaudimos. Para mí es una gran inspiración artística.
-¿Y fue cambiando tu manera de interpretarla?
-Sí, por supuesto. No solo por cómo yo misma fui creciendo artísticamente, sino por la vida misma. Por la vida y por los hombres.
-Bocca: Y en la vida habrás hecho muchas veces ese gesto de echar a un hombre para siempre.

-Núñez: No las suficientes.
El Instituto superior de Arte del Colón
Antes de comenzar la entrevista, Julio comenta que la carrera de ballet del Instituto Superior de Arte del Colón no está teniendo la cantidad de inscriptos esperable. Es una cuestión importante para encarar, pero comenzamos por la experiencia de ambos hacia la época en que cursaron allí su carrera de danza.
-Núñez: Recuerdo la cantidad de maestros increíbles que teníamos. Y no solo eran buenos, sino que te brindaban lo que necesitábamos de acuerdo a la personalidad de cada uno. En el Instituto aprendí una manera de bailar y que, al mismo tiempo me entendían como individuo. No querían que fuéramos todos iguales. Me fui a Europa con una confianza en mí misma, gracias al Instituto, a lo mejor mayor a la que tengo ahora (se ríe).
-Bocca: En mi época teníamos una maestra de ballet que nos enseñaba el estilo francés, y otra el estilo italiano, y otra el estilo ruso. Era raro no tener una homogeneidad, pero al mismo tiempo te preparaba para todo, para cualquier coreógrafo que viniera. Entonces salías ya muy bien preparado. Hay que recomendar que se anoten muchos chicos en el Instituto. Es la puerta de entrada a una vida maravillosa, aquí o en el mundo. Sí, hay un gran concepto de los bailarines argentinos fuera de nuestro país.

-Núñez: Y tenemos además una escuela de formación gratuita, que está al alcance de todos. Esto no se da en cualquier lugar del mundo. La escuela del Royal Ballet, por ejemplo, es paga. Y, además, pensemos en la cantidad de bailarines fantásticos que salieron de allí. El Instituto es un lugar del que sentirse orgullosos y que hay que cuidar.
Vale la pena agregar que a partir del anuncio el martes próximo en el Salón Dorado del Teatro Colón, todas las carreras del Instituto tendrán títulos oficiales además de la creación de un Ballet Juvenil con el que colaborarán las otras formaciones del ISATC.
-Julio, cuando asumiste a principios de este año la dirección del Ballet, dijiste que tu objetivo era colocarlo entre las diez mejores compañías del mundo. ¿Cómo marcha ese propósito?
-Es un objetivo ambicioso, pero vengo con la vara bien arriba y tenemos que trabajar para no bajarla. Este año todo ha ido creciendo, de un programa al otro.
Fuente Clarin