La tortuga roja, una película sin palabras que nos deja sin ellas

Varios años antes de que Flow estrenara en la sección Un certain regard en el Festival de Cannes y ganara el Oscar a la mejor película de animación el 2 de marzo de este año, otra película animada, sin diálogo, se estrenaba en la misma sección de Cannes (y sí era premiada) y era nominada al Oscar en el mismo rubro (y no lo ganaba): La tortuga roja.

Esta maravilla de Studio Ghibli, fundado por Hayao Miyazaki, que dirigió El viaje de Chihiro y La princesa Mononoke, entre otras gemas que inspiraron a la gente de Pixar, por ejemplo, fue el primer largometraje que dirigió un animador no japonés para Ghibli. El neerlandés Michael Dudok de Wit había ganado el Oscar al mejor cortometraje animado en el año 2000 por Father and Daughter, y recibió una carta con la propuesta.

El realizador visitó las paradisíacas islas Seychelles (si les suena son las mismas por las que pasó la expresidenta Cristina Fernández por 2013), sacó infinidad de fotos para inspirarse él y su grupo de animadores y se puso a trabajar. Le demandó nueve años hasta llegar a la première de La tortuga roja en Cannes 2016.

Es la historia de un náufrago, de un amor y de una familia, en ese orden cronológico, pero no decididamente tiene que ser así en el ordenamiento afectivo. Un hombre que llega en medio de una tormenta a una isla, previsiblemente único sobreviviente de un barco que se ha hundido.

Llega hasta la orilla de una isla, en medio de la nada. Pero no es que no encuentra nada. Comida y agua abundan mientras él explora la selva y los pasadizos subterráneos. Está solo, a excepción de los nueve cangrejos que, cada tanto, aparecen en la arena.

Por supuesto un día el hombre sin nombre decide construir una balsa, no para ir a naufragar, sino a encontrar otra tierra. La construye con tallos de bambú, y una y otra vez se desarma.

Hasta que se topa con el animal, o mejor dicho, el personaje del título. Una tortuga roja oceánica tan grande que fue el único que debió ser animado por computadora, ya que todo lo demás se hizo a mano con Cintiq, un lápiz digital que permite dibujar en una tableta que también es un monitor.

Como en Flow, no hay en La tortuga roja diálogos, pero tampoco hay malvados, villanos. Hay una selva o un bosque frondoso, unas aguas de color turquesa, y al no haber diálogos, pero sí sonidos, la música compuesta por el francés Laurent Perez del Mar no solo acompaña sino que tiene su protagonismo.

La tortuga roja es una película sin palabras que nos deja sin ellas.

Animación. Francia /Japón / Bélgica / EE.UU., 2016. Título original: “La Tortue rouge”. 80’, ATP. De: Michael Dudok de Wit. Con las voces de: Emmanuel Garijo, Tom Hudson, Baptiste Goy. Salas: Cinemark Palermo, Hoyts Abasto y Unicenter, Cinépolis Recoleta, Avellaneda y Pilar, Showcase Belgrano, Norcenter, Quilmes.

Fuente Clarin

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