Este sábado 11 a las 16 y el domingo 12 a las 11 de la mañana, habrá dos únicas funciones de Pedro y el lobo en el escenario principal del Teatro Colón. En el papel principal del Lobo figura Osqui Guzmán -personaje, pero también narrador de la obra-, quien tiene una extensa carrera en el cine, el teatro y la televisión. Su profesión de actor incluye además una experiencia larga y sostenida en el llamado teatro para niños, o para usar un término más actual, teatro para las infancias.
Osqui Guzmán viene además de ser víctima de discriminación por parte de una mujer policía, que en el subte lo acusó de «chorro» y lo golpeó en la cabeza. «Basta de acusarnos por nuestro color de piel», subió el actor a redes y consiguió un unánime apoyo por parte de sus pares y de toda la población en general.
Después del susto sufrido, ahora le tocará a él asustar a los niños. Con la enorme diferencia que lo del Colón es arte y es ficción.
El espectáculo, que es parte de la programación de El Colón para niños, cuenta con el libreto de Juan Cruz Forgnone, la dirección musical es de Ezequiel Silberstein al frente de la Orquesta Académica, la dirección escénica de Juanse Rausch, la coreografía es de Sergio Villalba y participan alumnos de las carreras de Danza y Artes Escenotécnicas del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón.
Es difícil encuadrar a Pedro y el lobo en un género preciso; se suele denominarlo «cuento sinfónico», aunque en realidad se trata de una historia cuyo propósito inicial fue que los niños soviéticos aprendieran a identificar los instrumentos de la orquesta.
La música y los textos fueron creados por Serguei Prokofiev y se estrenó en Moscú en 1935. Desde el principio fue montada para orquesta y un único narrador y de esta forma ha sido mayormente llevada a la escena. David Bowie y Antonio Banderas jugaron en distintas versiones el papel del narrador.
Pero en esta adaptación de Juan Cruz Forgnone, Pedro y el lobo toma literalmente cuerpo, porque todos los personajes están en el escenario interpretados por los jóvenes y excelentes bailarines del ISATC. Por otra parte, como cuenta Osqui más abajo, su Lobo está lejos de ser un sujeto temible como en la historia original. Al contrario, es un tipo lleno de brillantes cualidades.

El color de la piel
Pero ahora podemos detenernos en la agresión que recibió Osqui por parte de una mujer policía en la estación Dorrego del subte B de la ciudad de Buenos Aires. Fue un ataque muy agresivo frente a muchos testigos e incluyó fuertes golpes en la cabeza.
-¿En qué sentido dijiste en algún reportaje que perdonabas a la mujer policía?
-No dije que la perdonaba, ¿quién soy yo para hacerlo? Y tampoco siento que me haya hecho tanto daño. Yo le decía insistentemente que estaba equivocada. Pero lamentablemente su ira subía y subía.
-¿A qué atribuís semejante ferocidad?
-Quiero decir primero que muchas veces me detuvieron policías para pedirme documentos y preguntarme dónde iba y de dónde venía. Nunca hasta ahora con violencia. Cuando difundí por las redes lo que me había ocurrido recibí innumerables mensajes de gente a las que les había pasado lo mismo, a ellos o a sus hijos.

-¿Entonces?
-Hubo un algoritmo, establecido hace unos años, de reconocimiento facial que tuvo muchas denuncias y aparentemente fue eliminado. Pero miremos más hacia atrás: cuando ya son años y años que vemos a la policía revisando la mochila de un muchacho con capucha y después a otro y a otro, y siempre son morochos, entonces la sociedad «aprende» algo’’.
-¿Qué aprende?
-Que cuando alguien ve a un morocho, aunque no lo conozca, debe tener cuidado, apretar la cartera, subir la ventanilla. Y esta sociedad, paradójicamente, es en su mayoría morocha.
La obligación de hacer teatro para niños
Osqui hizo muchísimo teatro para niños, con directores tan reconocidos como Hugo Midón. A los 18 años, cuando empezaba con la profesión, trabajaba en sainetes para todo público en el viejo teatro Caminito, «el verdadero teatro popular», afirma. Y agrega: «para todos los actores debería ser obligatorio hacer teatro para las infancias».

-¿Por qué?
-Porque es el lugar donde se tiende el puente de la memoria entre los espectadores y los artistas. Es donde creamos un público para el futuro.
-Los niños son espectadores que no suelen quedarse sentados en su butaca, que corren por el pasillo, que hablan fuerte con la mamá. ¿Qué efecto tienen ese tipo de cosas en vos, que precisás mantener tu personaje en el escenario?
-Mi práctica de las artes marciales, el kung fu específicamente, me ayudó muchísimo porque la hacés en el lugar que podés. Yo la llevé siempre al teatro y cuando hago la práctica antes de la función puede pasar la gente o alguien se interpone y yo continúo.
-¿Te referís a que refuerza tu concentración?
-Sí, y además, de verdad, no espero que me presten atención. Aprendí muy bien esto en Bali. Habíamos ido con mi mujer a una ceremonia en un templo hindú y allí había un mascarero, los que usan esas típicas máscaras balinesas. Empezó a bailar y sólo Leticia y yo lo mirábamos embelesados. Nadie más.
Continúa: «Cuando terminó, se sentó mientras los sacerdotes comenzaban a rezar. Él no y pregunté el motivo. Me explicaron que su danza había sido su propio rezo a los dioses y que no le era necesario que lo miraran».
Un lobo encantador
Cuando el director Juanse Rausch le ofreció el rol protagónico a Osqui le pidió que escuchara alguna grabación, pero que iba a ser una versión distinta, narrada desde el punto de vista del Lobo. «Yo conocía superficialmente la historia y al leer el hermoso texto de Juan Cruz Forgnone encuentro que mi persona cuenta todo lo que le había ocurrido y cómo había sido salvado no sólo por Pedro, sino también por los animales».

-En la versión original, el lobo es atrapado por los cazadores y Pedro les pide que en vez de matarlo lo lleven al jardín zoológico.
-Aquí lo venden a un circo de donde se escapa y llega a este mismo teatro. Y dice: «Pedro me salvó, es la primera vez que alguien se preocupa por mí».
-Decías antes de la entrevista que es un lobo erudito.
-Lo es. Sabe más de cincuenta poemas, domina con hidalguía el arte del adjetivo, tiene una oratoria brillante y encuentra sinónimos para todo; (se ríe) es parte de mi texto.
-Siendo una obra tan firmemente basada en una partitura musical, ¿tenés que estar atento a las indicaciones del director de la orquesta?
-Tuve claramente que estar al servicio de la orquesta y el director me indica mis entradas con la batuta como se las da a los músicos. Y no puedo alterar en ningún momento el texto, porque es parte de la partitura. Un trabajo muy riguroso pero que me encanta.
Información
Pedro y el lobo podrá verse este sábado 11 de octubre a las 16 y el domingo 12 a las 11 de la mañana en la sala principal del Teatro Colón, Libertad 621. Son dos únicas funciones.
Fuente Clarin