
Ricardo Darín (68) siempre da que hablar. Desde ya por su trabajo, tan versátil como impactante, pero a veces (muchas) por sus palabras. Es un ilusionista que traspasa la famosa cuarta pared, no solo en teatro, también en cine y en televisión, quizá porque ya es parte de la familia argentina.
Actor desde los diez años y referente indispensable del cine hispanoamericano, lidera el imaginario podio de mejores actores, por prestigio y por éxito de taquilla.
En un 2025 profesional brillante, con El Eternauta en el top ten de las series más vistas del año, regresó triunfal de la nueva gira de Escenas de la vida conyugal por cinco ciudades españolas ante más de cuarenta mil espectadores. La misma obra con la que agota funciones en el Coliseo, luego de ocho años de ausencia como actor en un teatro de nuestro país (entre 2021 y 2024 dirigió Art).
La suya, como la de todos, es una historia de amores y dolores. Al arte lo abrazó por sus padres actores, Renée Roxana y Ricardo Darín, igual que Alejandra, su adorada hermana menor, fallecida el 15 de enero de este año. Al matrimonio, desde que vio a Florencia Bas, con quien se casó el 18 de abril de 1988, y tuvo a sus dos hijos Ricardo (Chino, 36), también actor, y Clara (32), diseñadora. Y si algo faltaba, en los primeros meses de 2026 el Chino y la española Úrsula Corberó lo convertirán en abuelo.
¿Cómo es Darín? En el detrás de escena es muy parecido al que conocemos. Rompe el hielo cantando a viva voz “Un escenario vacío, un libro muerto de pena…”, la segunda estrofa de Cuando ya me empiece a quedar solo. La canción de Sui Generis, contará, es el tema del día, porque cada mañana al despertar escucha en la radio alguna melodía que se le quedará impregnada por horas.
Para conversar, elige una butaca al azar y, créase o no, es la que tiene el nombre de Lino Patalano, el empresario que lo hizo debutar con esta obra en el Maipo.
En su ámbito. Ricardo Darín presenta junto a Andrea Pietra «Escenas de la vida contugal», en el Teatro Coliseo. Arrancaron y ya tuvieron que agregar funciones. Foto: Fernando de la OrdenMarca registrada
-Sos una marca registrada, todo lo que digas es tema nacional y sin importar cuánto tiempo pase de esta nota tu palabra seguirá vigente. ¿Por qué creés que ocurre?
-Es difícil contestar algo así sin que parezca un poco soberbio, pero creo que es porque digo lo que pienso. Y no voy a decir “sin medir consecuencias” porque no es cierto, pero trato de ser fiel a lo que siento y pienso. Cuando la gente encuentra una voz que dice algo parecido a lo que siente o piensa, se abraza a eso o no, pero tanto para un lado como para el otro cumple con lo que vos planteás que no pierde vigencia.
-El famoso para bien o para mal.
-Sí. Hablamos de que la nuestra es una democracia joven y de que tenemos que aprender cómo se hace para convivir con las opiniones diferentes, pero en lo fáctico no veo que eso haya encontrado muchos alumnos. Entonces, me parece que tenemos que dar el ejemplo siempre, sea cual sea el rol que ocupemos dentro de esta aldea, y decir lo que pensamos en forma educada, y bancarnos las consecuencias.
Ricardo Darín dice que se siente más querido que prestigios y que mucha gente lo ayudó en su camino como actor. Foto: Fernando de la Orden-Con tu trabajo también decís mucho.
-Es que así debería ser, en realidad. Los artistas en general -y perdón que me autoperciba artista, porque ahí entramos en una zona controversial porque yo me siento más artesano que artista– tenemos la necesidad de expresarnos a través del trabajo y el derecho de poder decir lo que se piensa en forma paralela. Entiendo a los colegas que hablan solamente de su trabajo, me parece bien, el que se quema con leche cuando ve la vaca llora. Pero también es una pena quedarse callado cuando tenés algo para decir.
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Entrevista a Darin
Polémicas presidenciales
-¿Nunca te arrepentiste de las polémicas con dos presidentes?
-Forma parte de las reglas de juego, pero lo importante es que no te metan tanto miedo como para quedarte callado, que puede pasar eso, históricamente ha pasado. Me quedé con la intriga, ¿cuáles son los dos presidentes con los que tuve…?
-Cristina Kirchner y Javier Milei. Patrimonio… empanadas.
-Ahhh, sí. Pero yo no tuve ningún cruce con el presidente actual.
-Te respondió en las redes…
-Eso es otra cosa, pero no tuve ningún encuentro con él ni nada que se parezca. Pude haber utilizado a lo mejor un ejemplo desafortunado con las empanadas, no me quiero justificar, pero sí aclarar para que se entienda: el día que fui al programa de Mirtha, mi mujer me dijo: “¿Viste cuánto están las empanadas?”. Se ve que me quedó grabado y como ejemplo me salió: no puedo creer que valgan lo que lo que valen. Sirvió para algo, porque después bajaron las empanadas (se ríe). Luego hubo un señor, el ministro de Economía, que me dio la sensación de que no me trató en forma adecuada y a eso se subió nuestro presidente por esta cosa de pertenecer, pero yo no tuve nada con ellos.
-¿Y con Cristina?
-Es una vieja historia. Hace años, en una charla con un periodista, le planteé dos cosas: que creía que la salud y la educación en nuestro país iban a cambiar cuando los funcionarios públicos estuvieran obligados ética y moralmente a mandar a su familia a instituciones públicas; y que quería que alguien me explicara cómo es el tema del enriquecimiento, los patrimonios exorbitantes que los funcionarios públicos tenían. El periodista me retrucó: “¿La familia Kirchner también?”. Y yo dije: “Sí, la familia Kirchner también”. Y por supuesto la nota fue que yo quería que ella me diera explicaciones específicas, cuando no fue así.
Ricardo Darín y su reflexión: «lo importante es que no te metan tanto miedo como para quedarte callado». Foto: Fernando de la Orden-Tato Bores, pionero en generar el gran debate nacional, ¿resistiría lo que pasa en X?
–Tato era adelantado, un tipo que tenía una mirada muy avanzada de cómo eran las cosas. Es un clásico, como Enrique (Pinti), capos que supieron hacer humor de cosas muy serias, porque el humor es un lubricante extraordinario para poder meterte por lugares en donde, si no lo hicieras con el humor, sería todo muy dramático. No tengo ni el uno por mil del talento que tenían Tato y Enrique, y tampoco el interés que tenían en la realidad nacional y mundial, yo soy un observador.
Nadie se salva solo
-Interpretaste personajes que forman parte de nuestro ADN. Muchos tienen un hilo en común, que también defendés en lo personal, y es que nadie se salva solo. Lo asociamos a El Eternauta, pero está en La odisea de los giles, en El hijo de la novia, en Nueve Reinas y hasta en Argentina, 1985.
-Si trato de establecer una línea en común entre personajes, proyectos o guiones, hay algo que me conmueve y me moviliza y es la injusticia, el tener que bancarte algo injusto, y éste es un mundo bastante injusto. El talento, la capacidad, la sinceridad y la honestidad no cotizan tan alto en Bolsa como otras cosas. Entonces, nunca dejo de pensar en eso… Perdón, suelo irme por las ramas y en algunas ramas me pierdo como buen mono (risas).
-Cuando sos tema nacional, ¿te planteás: “Está difícil hablar, mejor me callo”?
-Sí, pero hay cosas ante las que no podés quedar callado. Es visceral. Trato de manejarme con tranquilidad y no agredir a nadie porque la violencia se nutre de la reacción.
-Nada que ver con Bombita, el episodio de Relatos salvajes que colocó a tu personaje, Simón Fisher, en un lugar épico.
-Nada más alejado. No podría poner jamás a alguien en riesgo por hacer conocer mi pensamiento.
-Más allá de cualquier situación, nunca te faltó trabajo. ¿Es gracias a tu prestigio?
-No sé si el prestigio. En una gran porción de mi camino como actor conté con la solidaridad de gente que confiaba en mí mucho más que yo mismo. Como dice el personaje de (Diego) Peretti en una película que acabamos de hacer juntos (Lo dejamos acá), el prestigio es un carnet que se renueva todo el tiempo. Yo me siento más querido que prestigioso. Ahora recuerdo a Diana Álvarez, una directora que se peleó con un canal entero para yo formara parte de uno de los equipos de actores y actrices más prestigiosos que tuvo este país, el de Nosotros y los miedos.
Ricardo Darín está por estrenar una película con Diego Peretti, en el que él es un terapeuta y Peretti, su paciente. Foto: Fernando de la Orden-¿Por qué no te querían en Canal 9?
-Porque era muy joven y muy saltimbanqui, no paraba de joder y les parecía que no cuadraba en un proyecto de envergadura y seriedad. Diana me defendió y gracias a ella, en 1982, sentí, no sólo en la calle sino también en mis colegas, que empezaba a ser respetado.
Lo dejamos acá y lo que viene
-El título de Lo dejamos acá, la película que protagonizás con Diego Peretti, aún sin fecha de estreno, ¿tiene algo que ver con la frase de Bernardo Neustadt?
-Remite a una especie de latiguillo de la terapia en psicoanálisis cuando termina el tiempo: “Por hoy lo dejamos acá”, pero nos pareció que era muy larga. Peretti (quien además de actor es psiquiatra) es uno de los pacientes, el terapeuta soy yo, y va a ser polémica y controversial, acordate.
-En estos días también se anunció la serie que estás produciendo, protagonizada por tu hijo y dirigida por Sebastián Borensztein.
-Es un proyecto muy atrevido y riesgoso, en el que trabajamos hace más de seis años. El Chino es un cantante de tangos de la década del 40, con todo lo que pasaba en el mundo en ese momento, entre otras cosas el avance de Hitler en Alemania; entonces se empiezan a entrelazar las líneas y nos llevan a una historia que es espectacular.
-Acostumbrado a la sobreexposición, ¿qué te pasó con el fenómeno de El Eternauta: te superó, te agobió, te gustó?
-¡Las tres cosas! Me superó, me agobió y me gustó. Lo primero fue arrollador en todo sentido. Después fue agobiante porque hay que responder a todo eso y de golpe te estalla el teléfono y las redes y hay un nivel de exigencia muy elevado. Y después me gustó mucho. porque se lo merecían todos los que formaron parte de ese proyecto.
Ricardo Darín dice que «El Eternauta» lo superó, lo agobió y le gustó. Pronto comenzará la segunda temporada. Foto; Fernando de la Orden-¿Cuándo arranca la segunda temporada?
-Empezaríamos a rodar en abril o mayo del año que viene. Todavía están cabildeando sobre cuántos capítulos va a tener, si habrá una tercera… Y digo “están todavía”, porque yo no formo parte de esa discusión, sí Bruno (Stagnaro), sus guionistas, K&S, y Paco Ramos (VP de Contenidos de Netflix para Latinoamérica) a la cabeza.
Por ese palpitar
Junto a Andrea Pietra encarna desde el 19 de noviembre, como lo hacen desde 2018, a Juan y Mariana, una pareja atravesada por su historia, desde el idílico comienzo hasta la ruptura. El drama que Ingmar Bergman realizó en 1973 para la televisión sueca, fue película en 1974 y obra de teatro en 1981, y tuvo su primera versión en nuestro país con Norma Aleandro y Alfredo Alcón en 1992. Hablamos, claro, de Escenas de la vida conyugal.
Darín debutó en 2013 en el Maipo dirigido por Aleandro con Valeria Bertuccelli como coprotagonista, y desde entonces la vieron más de un millón de personas.
Su regreso generó tal expectativa que, con las primeras cinco funciones agotadas en el Coliseo, agregaron otras diez, el 7 de diciembre será la última.
Andrea Pietra y Ricardo Darín, al término de una función de «Escenas de la vida conyugal». Foto: Prensa-¿El éxito de esta versión tiene que ver con tu relación con Andrea que, entiendo, son como familia?
-Andrea era íntima amiga de mi hermana, la conozco desde hace más de treinta años, conozco a su familia, a su marido (Daniel Grinbank), a su hija, a sus hermanos. Hemos trabajado varias veces y encontré en ella una compañera inigualable.
-¿Pasaron la comezón del séptimo año?
-(Se ríe) Igual nos permitimos el atrevimiento de discutir porque creo que está bien eso. Ella no está de acuerdo con algunas cosas mías y yo con algunas de ella, pero como en la obra misma, más allá de la estructura, lo que prevalece es el amor, y la verdad es que nos amamos. Ella es una usina de energía positiva. En medio de una gira agotadora, Andrea arenga: “Chicos, tenemos la sala llena. ¡Tenemos la obligación de hacerlos disfrutar!”. ¡Y salimos como leones a comernos el circo romano!
-Hubiera asegurado que ese era tu rol.
-Yo soy más melancólico, lo que hago es gala de un sentido del humor que puede ser bueno a veces y otras, exagerado.
Flor, su hermana Alejandra y el abuelazgo
Ricardo Darín piensa todo el tiempo en su hermana Alejandra, fallecida a principios del 2025. «Si fuera por mí, lloraría todas las mañanas», confiesa. Foto: Fernando de la Orden-Sos de parejas duraderas, tanto en el teatro como en la vida…
-¡Sí! El año que viene van a ser cuarenta años que vi a Flor por primera vez.
-Hace poco escuché esa historia casi de novela: estabas sentado con unos amigos en una pizzería de Corrientes y Talcahuano…
-¡Fue así! La vi pasar y no lo pude creer. Me quedé absorto y la vida quiso que ella volviera a pasar por el mismo lugar y dije: “¡Ahhh!”. ¿Viste cuando las cosas claramente pasan por otro lugar? Es más químico que físico.
-¿Traés algo de tu vida conyugal a Escenas…?
-No, porque la propuesta de Bergman va por otro camino, va por la deconstrucción de una estructura matrimonial, no de la alimentación de esa estructura.
-Pero en algún momento con Florencia se deconstruyeron…
-Sí, tuvimos un quiebre de un año y medio en que nos separamos… Y sí, ahora que lo decís, tenés razón… No lo había pensado en ese sentido, pero es cierto, volvimos a encontrarnos ya armados de otra forma, con otra capacidad de entendimiento diferente.
-Mencionaste la amistad de Andrea con tu hermana. Alejandra fue una persona muy comprometida durante su gestión como presidenta de la Asociación Argentina de Actores.
-Sí, y siempre estuve de acuerdo en todo lo que ella sintió, porque era una mujer con una gran sensibilidad social, que ha sido atacada e injuriada injustamente porque trabajó siempre con gran honestidad e hizo mucho por sus colegas, muchísimo.
-Al no callar, ¿honrás su legado o seguís su camino?
-No, yo no sigo el camino de nadie. Ella tuvo su propio camino y lo hizo muy bien. Obviamente, es tan reciente su desaparición que hay muchas cosas que me remiten a ella. Estoy más próximo a sus hijos que antes, pese a que siempre estuvimos cerca. Flor, mi mujer, es artífice fundamental de esa conexión. No es que nos estemos haciendo cargo de ellos, porque son dos chicos grandes y tienen sus propias vidas, pero estamos todos todavía demasiado doloridos. El tiempo es el único que más o menos te otorga un poquito de bálsamo, porque en realidad si fuera por mí (hace una pausa profunda, sus ojos se humedecen)… lloraría todas las mañanas.
Ricardo Darín, uno de los mejores y más exitosos actores de la Argentina y con amplio reconocimiento en el mundo. Foto: Fernando de la Orden-La vida de alguna forma compensa el dolor con más amor. Pronto vas a estrenar un rol que tampoco cumpliste en la ficción: ser abuelo.
-¡Uf! No sé, no tengo la menor idea. Trataré de estar a la altura de las circunstancias, pero es un pasaje inédito. Estamos muy expectantes, felices, movilizados. Y contentos por los padres, van a empezar una nueva vida, que espero que les vaya muy bien y que sean muy felices. Pero lo estoy tomando con toda la prudencia que me caracteriza dentro de lo que puedo, porque no me gusta adelantarme demasiado, ¿sabés?
-¿Sos un héroe como se te suele catalogar?
-No. Ojalá…. Ojalá fuera valiente, tengo mi concepción de lo que es ser valiente, está lejos de mí, está puesta en otros personajes. Yo sólo estoy tratando de ser yo mismo todo el tiempo, aquí y ahora.
-Cuando te critican dicen: “Darín siempre hace de Darín”. ¿Te molesta?
-No, depende de quién. Eso también está un poco motorizado por algunos integrantes de algunas cosas de televisión. Es medio tonto decir eso, ¿no? Como si fuera fácil hacer este trabajo, y no lo es.
-Pensé que ibas a confesar: “No es fácil ser Darín”.
-Es que eso desaparece rápidamente cuando ponés una carta junto a otra sobre una mesa y decís: “Che, ¿éste se parece en algo a éste, a éste, a éste?”. No, no se parecen a nada. Tienen un común denominador que es lo que lo hizo el mismo tipo, yo, pero nada más.
Fuente Clarin












