
El pianista Sergio Tiempo volvió al Teatro Colón para el estreno argentino de Universos infinitos, el concierto para piano que Esteban Benzecry compuso para él en 2011. Pasó casi una década y media hasta que una obra argentina de esta envergadura sonara por primera vez en nuestro territorio, y el programa elegido —Universos Americanos— no pudo ser más adecuado. Rodeado de colosos como Piazzolla, Villa-Lobos y Bernstein, Benzecry, presente en la sala, pudo disfrutar del reconocimiento local a su música en un gran momento de su trayectoria.
En lugar del orden anunciado, la función comenzó con Bernstein, siguió con Benzecry, luego Piazzolla y cerró con Villa-Lobos: un recorrido que fue mostrando distintos orígenes musicales del continente, desde la ciudad moderna hasta el coro y la selva. Un programa que abrió la mirada hacia las “Américas” en su sentido más plural.
Las Danzas sinfónicas de West Side Story, una de las obras más interesantes y bellas a nivel formal de Leonard Bernstein, fueron interpretadas con una claridad excepcional. Roberto Minczuk delineó las secciones con lucidez, sin perder fluidez ni energía. Todo fue preciso, orgánico, casi como si la forma se desplegara frente a los ojos: la Cool Fugue con su escritura firme, el lirismo del pasaje de Somewhere y el ímpetu del Mambo, con cada bloque contrastante pero perfectamente integrado en un discurso continuo. La orquesta respondió con una articulación nítida, especialmente en los metales y la percusión.
Por fin llegó el estreno argentino del concierto para piano y orquesta Universos infinitos de Esteban Benzecry, compuesto en 2011 y dedicado a Sergio Tiempo. En tres movimientos, la obra plantea un recorrido que va desde lo interior hasta lo cósmico y la celebración ritual de los pueblos del continente.
Benzecry no busca una descripción musical, sino que construye un imaginario a partir de materiales de raíces americanas, integrados en una escritura de orquestación densa, con variedad rítmica y tímbrica, donde aparecen constantes alusiones a la naturaleza y a lo ancestral.
Esta obra exige un gran virtuosismo, del que Sergio Tiempo pudo hacerse cargo desde su técnica. Pero lo que más llamó la atención de su interpretación no fue su capacidad ya probada con el piano, sino el modo en que aportó claridad al desarrollo formal. No fue un toque efectista, sino concentrado, atento a la arquitectura general y al diálogo con la orquesta, que respondió con precisión en un entramado complejo de texturas y contrastes. El resultado fue una interpretación sólida, por momentos muy llamativa en lo virtuoso, que permitió escuchar por primera vez en el país una obra que amplía el horizonte de la música sinfónica argentina.
Los Movimientos tanguísticos porteños de Piazzolla retomaron la escena con una lectura muy porteña, con sus arrastres y yeites que hacían sentir en casa a cualquiera que habite la tierra del tango. La dirección de Minczuk cuidó que las melodías surgieran con claridad y que los planos orquestales conservaran ese equilibrio tan particular del estilo piazzolleano entre el tango y el sinfonismo. El tercer movimiento, con su inicio fugado y el protagonismo de los vientos, fue especialmente interesante: un trabajo cohesivo y detallado, sin rigideces, que resaltó la vitalidad rítmica y melódica que está en el core de Piazzolla.
El cierre llegó con el Chôros Nº 10 de Villa-Lobos, una obra monumental y expansiva que llevó al escenario la síntesis más amplia del programa. En ella conviven la raíz popular y la tradición clásica, que en el compositor brasileño adquieren una dimensión de exuberancia orquestal y fuerza coral.
El Coro Estable del Teatro Colón, bajo la dirección de Miguel Martínez, tuvo una actuación precisa y sostenida en el tiempo, en una partitura que exige empaste y vitalidad. Fue un cierre imponente, un fresco americano que contrapuso a los lenguajes urbanos del inicio la celebración colectiva de una América coral y rítmica.
La última nota, compartida por coro y orquesta, quedó resonando como una afirmación de pertenencia: Universos Americanos fue, en ese sentido, estar en casa. Es un privilegio que esta música no tenga ni un ápice de exotismo para nosotros. Será cuestión de que el repertorio se repita más seguido para valorarlo.
Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y Coro Estable del Teatro Colón
Director: Roberto Minczuk
Programa: Danzas sinfónicas de West Side Story de Leonard Bernstein, Concierto para piano y orquesta Universos infinitos (estreno argentino) de Esteban Benzecry, Movimientos tanguísticos porteños de Ástor Piazzolla, y Chôros Nº 10 de Heitor Villa-Lobos.
Función: viernes 17 de octubre, Teatro Colón
Fuente Clarin